"El rebaño desconcertado es un problema. Hay que evitar que brame y pisotee, y para ello habrá
que distraerlo. Será cuestión de conseguir que los sujetos que lo forman se queden en casa
viendo partidos de fútbol, culebrones o películas violentas, aunque de vez en cuando se les
saque del sopor y se les convoque a corear eslóganes sin sentido, como Apoyad a. nuestras
tropas. Hay que hacer que conserven un miedo permanente, porque a menos que estén
debidamente atemorizados por todos los posibles males que pueden destruirles, desde dentro o
desde fuera, podrían empezar a pensar por sí mismos, lo cual es muy peligroso ya que no
tienen la capacidad de hacerlo. Por ello es importante distraerles y marginarles. (..)
La cuestión central, volviendo a mi comentario original, no es simplemente la
manipulación informativa, sino algo de dimensiones mucho mayores. Se trata de si queremos
vivir en una sociedad libre o bajo lo que viene a ser una forma de totalitarismo autoimpuesto, en
el que el rebaño desconcertado se encuentra, además, marginado, dirigido, amedrentado,
sometido a la repetición inconsciente de eslóganes patrióticos, e imbuido de un temor
reverencial hacia el líder que le salva de la destrucción, mientras que las masas que han
alcanzado un nivel cultural superior marchan a toque de corneta repitiendo aquellos mismos
eslóganes que, dentro del propio país, acaban degradados. Parece que la única alternativa esté
en servir a un estado mercenario ejecutor, con la esperanza añadida de que otros vayan a
pagamos el favor de que les estemos destrozando el mundo. Estas son las opciones a las que
hay que hacer frente. Y la respuesta a estas cuestiones está en gran medida en manos de
gente como ustedes y yo."
Noam Chomsky, El control de los medios de comunicación.
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