Actualmente parece que asistimos a un debate y una preocupación que, realmente no deja de ser superficial. Los hechos son que los delitos sexuales crecen mientras su tratamiento se realiza desde la mayor de las superficialidades. Ya sabemos las tretas de los masss-media en este sentido.
¿Cómo es posible que no nos hayamos planteado como sociedad de dónde viene este auge de este tipo de delitos?
Mi respuesta es que se encuentra en la base de una cultura estética machista, discriminadora y brutal hacia la construcción de las relaciones de pareja.
Una cultura débil se acaba apropiando de aquellos aspectos de otra que cubren los huecos que no puede cubrir por sí misma. Así el reaggeton se ha colado sutilmente en la vida de los europeos como símbolo de la fiesta, la vida fácil y la sensualidad.
Mientras muchos se llevan las manos a cabeza con casos mediáticos como el de la manada, esas mismas personas que se asombran suben el volumen de sus radios a ritmo de letras obscenas y descalificatorias. Les muestro algunos links como ejemplo, en donde la palabra perra, muñequita o mamita campan a sus anchas a través de esas melodías repetitivas y pegadizas.
Son ejemplos más extremos aunque los hay más sutiles que se van colando en la cotidianeidad de la cultura mediática.
En definitiva, son ejemplos de la cultura estética que transmitimos los adultos y que generan una determinada visión del mundo, del sexo y de las relaciones, además del respeto, si lo hubiera...
No nos extrañe que las consecuencias de todo ello sea la descalificación, la obligación y la humillación hacia la mujer con todos los matices posibles, pero los hechos hablan igual que estas letras...
Urge un replanteamiento de la cultura estética en este país, además de una apuesta por la educación de calidad donde los referentes culturales nos lleven a valores positivos.
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