“En el proceso de desacralizar y democratizar la cultura –que lógicamente es un proceso muy necesario– hemos hecho algo mal, porque de repente el nexo entre lo cultural y lo educativo se relaja, y da la demagógica impresión de que nadie tiene derecho a intentar enseñarle nada a nadie o a iniciar ese proceso ambicioso en el que, a partir del trabajo con las palabras, se aspira a ensanchar la visión del mundo de los receptores. A partirles el cráneo en dos cachos, como diría Kafka. Ya no queremos que un escritor o una escritora muy listos nos partan el cráneo. Preferimos la tranquilidad y sentirnos espuriamente iguales en el espacio de la cultura cuando vivimos en sociedades donde las brechas de la desigualdad son cada vez más bestias.”
Marta Sanz, LaMarea#57
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