La violencia legitimada

Hemos asistido a un convulso acontecimiento que, al parecer, ha sorprendido a muchos en estos días pasados: un chico de 13 años, en su propio instituto, mata a un docente y siembra el pánico entre sus compañeros. No vamos a debatir acerca del uso de la noticia en los medios, bastante bizarro ha sido y viene siendo cómo se despellejan las tragedias, sea del orden que fuere en nuestra sociedad española y no digamos en otras; sino más bien tendríamos que analizar los hechos para plantearnos preguntas.
¿Qué  lleva a este chico a desarrollar tal acto en su escuela? ¿Es responsabilidad enteramente de él o ha sido abocado por la violencia que le rodeaba? Éste es un debate largo que, sin duda, debe de movilizarnos a realizar acciones concretas en las instituciones educativas, desde dentro. Algunos buscarán la solución, no preventiva, en el Estado, en la necesidad del endurecimiento de las leyes o en las premisas psico-biológicas de este adolescente. Como Castel advertía, somos una sociedad que se ha organizado en torno a la búsqueda infinita de protección y anhelo insaciable de seguridad; por lo que no podemos dejar de buscar esa responsabilidad siempre ajena a nosotros mismos y situada afuera. Pero nunca pensamos en las causas primeras de las situaciones y menos cuando se trata de inocentes.
¿Qué le lleva a un adolescente a cometer estos crímenes? No hablaremos de violencia estructural, a la que ya estamos harto acostumbrados, ni tampoco de un sistema educativo meramente transmisor de conocimientos que no presta atención al desarrollo emocional de los alumnos. Tampoco cabe hablar de la estigmatización de los trastornos mentales...No cabe hablar de ello a quien no quiere escuchar.

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