Espejos

A propósito de las palabras de Heisenberg que comentaba que la observación influye en lo observado, y que además lo observado repercute en el observador: La acumulación de pantallas y dispositivos a nuestro alrededor en donde nos observan y somos observados, no es sino una manera de controlarnos unos a otros, de SER en una realidad cuando la realidad no ES la que nos satisface. De esta manera, el desdoble de uno mismo y de la alteridad ocupa nuestras vidas. 
Como Verdú dice en su obra El estilo del mundo: "El medio procura vida social. Posee la clave para hacernos imagen y con ello concedernos el don de la circulación mediática. Somos así más vivientes al hacernos imágenes: imaginándonos". Por ello, cual hologramas de nosotros mismos deambulamos por las aceras, nos sentamos en el autobús, atravesamos el hall de una estación cualquiera o apoyamos el codo en la barra de un bar; sin enterarnos de quien se sienta a nuestro lado o quien es aquel que nos sirve el café. Lo que importa está al otro lado de la pantalla...
Incluso la multiculturalidad -aquel producto de la mezcla entre diferentes- ha sido aniquilada por el crisol multimedia donde todos podemos ser cualquier cosa y a la misma vez, somos lo mismo gracias a que la ruta de acceso es para todos igual. No es ninguna banalidad, es el tiempo de la homogeneidad en un juego de falsos reflejos que creemos diferentes. El poeta, el artesano o el pintor -en palabras de Verdú- se presentarían como almas heridas por la abominable actualidad de su tiempo. Ahora bastaría con un Ctrl+z o Esc para entrar o salir del mundo...¿De qué manera afecta esto a la propiocepción? ¿Y a las relaciones sociales?

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